¿Sabías que la falta de Hidratación afecta a tu Dolor de Espalda?
Deshidratación, Rigidez Muscular y su Relación con el Dolor de Espalda
Fisiológicamente, el agua es clave para mantener la viscoelasticidad del tejido muscular y la amortiguación de las articulaciones vertebrales. Si la musculatura lumbar, paravertebral o de la pelvis pierde hidratación, aumenta su rigidez y comprime en exceso las estructuras óseas de la columna, reduciendo la capacidad de absorción de impacto de los discos intervertebrales.
¿Cómo influye esto en el dolor de espalda?
Cuando la musculatura profunda y estabilizadora de la columna pierde hidratación y se vuelve rígida, ocurren tres consecuencias directas:
1️⃣ Aumento de la presión intervertebral: Al perder elasticidad, los músculos ya no pueden repartir las cargas de manera eficiente, lo que genera una mayor compresión sobre los discos intervertebrales y reduce su capacidad de absorción de impacto.
2️⃣ Menos movilidad vertebral y más estrés mecánico: La rigidez muscular disminuye la movilidad de las vértebras, lo que lleva a un movimiento menos eficiente y más desgastante para la columna.
3️⃣ Riesgo de lesiones como hernias discales: Si la presión sobre los discos intervertebrales aumenta de manera constante debido a la rigidez muscular, el material interno del disco puede empezar a sobrecargar el anillo fibroso. Con el tiempo, esto puede generar una protrusión o una hernia discal, con su consecuente irritación nerviosa y dolor.
En pocas palabras: La deshidratación muscular y la rigidez no solo afectan la movilidad, sino que pueden ser el inicio de un proceso degenerativo que afecte los discos vertebrales y cause dolor crónico.
Factores que Favorecen la Deshidratación Muscular y el Dolor de Espalda
Además de una ingesta insuficiente de agua, hay varios factores que potencian la deshidratación del tejido muscular y su impacto en la columna vertebral:
1. Posturas mantenidas y compresión vertebral
Permanecer mucho tiempo sentado o en posiciones estáticas disminuye la irrigación sanguínea y el aporte de líquidos a los músculos profundos de la espalda. Si la musculatura lumbar pierde hidratación, se vuelve menos flexible, lo que aumenta la compresión sobre las vértebras y los discos intervertebrales.
Ejemplo: Si pasas 8 horas en la oficina sentado sin pausas activas, la musculatura lumbar se acorta y endurece, reduciendo su capacidad de amortiguación y provocando un mayor impacto sobre la columna.
2. Estrés y retención de líquidos en el cuerpo, pero no en el músculo
El cortisol, la hormona del estrés, altera la distribución de líquidos en el cuerpo. Si bien provoca retención de sodio y agua a nivel sistémico, esto no significa que los músculos reciban más hidratación. De hecho, el estrés crónico reduce la calidad de la hidratación intracelular, lo que afecta directamente la elasticidad muscular y la función articular.
Consecuencia: Una musculatura lumbar rígida y menos irrigada favorece la compresión de los discos intervertebrales, generando molestias que pueden evolucionar a un dolor crónico.
3. Luz azul y alteración de los ritmos circadianos
La exposición nocturna a pantallas y luces LED reduce la producción de melatonina, una hormona clave en la regeneración muscular. Sin una adecuada recuperación durante el sueño, los músculos no se rehidratan correctamente, lo que puede agravar la rigidez y la compresión vertebral.
Si duermes mal, tus músculos no se recuperan bien y aumentas el riesgo de que la espalda amanezca rígida y dolorida.
4. Falta de ejercicio físico y pérdida de hidratación del disco intervertebral
El movimiento es clave para la hidratación de los discos intervertebrales y la musculatura lumbar. La actividad física estimula la difusión de agua y nutrientes dentro de los discos, mejorando su capacidad de absorción de impactos.
Si no te mueves, tus discos pierden hidratación progresivamente, aumentando la compresión vertebral y el riesgo de lesiones.
¿Cómo Evitar la Deshidratación Muscular y el Dolor de Espalda?
Para evitar la rigidez muscular, la compresión vertebral y la degeneración de los discos intervertebrales, es fundamental:
✔ Hidratación con electrolitos esenciales (sodio, potasio, calcio y magnesio). No basta con solo beber agua, es clave que tenga los minerales necesarios.
✔ Evitar posturas mantenidas durante largas horas. Pausas activas cada 30-60 minutos ayudan a redistribuir líquidos y aliviar la compresión lumbar.
✔ Controlar el estrés. Técnicas como respiración diafragmática y meditación pueden reducir la producción excesiva de cortisol y mejorar la hidratación muscular.
✔ Reducir la exposición a luz azul en la noche. Esto mejorará la producción de melatonina y optimizará la recuperación del tejido muscular.
✔ Ejercicio regular. El entrenamiento de movilidad, elasticidad y fuerza estabilizadora es clave para mantener la columna libre de sobrecarga.
Conclusión
El dolor de espalda y la deshidratación muscular están directamente relacionados. Si los músculos pierden agua y electrolitos esenciales, se vuelven más rígidos, aumentan la compresión sobre la columna y disminuyen la amortiguación de los discos intervertebrales.
Si esta situación persiste, el riesgo de desarrollar una hernia discal, una protrusión vertebral o una limitación crónica del movimiento es mucho mayor.
En nuestro canal de YouTube, explicamos con más detalle cómo la hidratación afecta la salud de la espalda y qué estrategias puedes aplicar para evitar el dolor lumbar crónico. No te pierdas el video explicativo que acompaña este artículo.
Comentarios
Publicar un comentario