CASO REAL: La edad no es excusa, más bien es una sentencia si no estás dispuesto a esforzarte.
Te traigo un caso que rompe con todas esas excusas baratas que la gente usa para justificar su inactividad. Te voy a hablar de un paciente que con 86 años se negó a vivir el resto de su vida encadenado al dolor. Sí, has leído bien, 86 años. ¿Y tú, con 60, 70 u 80, sigues pensando que no puedes hacer nada? Pues ya te digo que si te quedas esperando que alguien te solucione la vida, vas listo. Si tú no te mueves por ti, nadie lo hará.
El diagnóstico no es una condena
Este paciente llegó a mi consulta con muletas, sin poder mantenerse de pie ni caminar sin dolor. Meses de sufrimiento acumulado, un diagnóstico que asustaría a cualquiera: quiste en L4-L5, dos hernias en la columna y una radiculopatía que le hacía la vida imposible. Y ya sabes cómo va esto. La medicina tradicional te dice que a tu edad te resignes, que esto es lo que hay, y que aprendas a vivir con el dolor.
Pues no. Yo no compro esa basura de resignación. Y si tú quieres mejorar, tampoco deberías comprarla.
No hay milagros, solo trabajo
Te lo repito, porque parece que no queda claro: no hay pastillas mágicas ni soluciones rápidas. Si tienes rigidez, falta de movilidad, tus articulaciones están hechas un bloque y no puedes moverte, eso no lo cambia ningún médico ni ningún masaje relajante. ¿La solución? Trabajo. Esfuerzo. Movilidad. Nadie te va a salvar si tú no pones de tu parte.
Este hombre de 86 años no se achantó. Al revés, cuando le dije que esto iba a requerir un cambio de estilo de vida brutal, me miró a los ojos y me dijo: "Estoy dispuesto a hacer lo que sea". Y así fue.
El cambio: de la rigidez al movimiento
Empezamos por lo básico: movilizar un cuerpo que estaba más rígido que un tronco seco. Elasticidad, movilidad, y luego, con el tiempo, fuerza. Sí, fuerza, aunque tenga 86 años. Porque te lo digo ya: la elasticidad se puede recuperar a cualquier edad si trabajas para ello. Y la fuerza, aunque es más complicado, también se puede mejorar.
¿Qué hicimos? Bicicleta estática, porque es lo único que su cuerpo podía aguantar en ese momento sin caerse. Empezamos con seguridad, con pautas claras para que fuera construyendo poco a poco desde su casa. En seis meses, seis, este hombre pasó de no poder estar de pie a caminar una hora entera sin dolor. Ahora dime tú qué excusa tienes para no moverte.
No quieres esfuerzo, no vengas
Aquí no vamos a dar palmaditas en la espalda ni a venderte que todo se soluciona con un masaje relajante y cuatro pastillas. Si quieres alivio temporal, si lo único que esperas es tumbarte en una camilla y que te hagan “cositas” para sentirte mejor unos días, no pierdas el tiempo. Hay miles de sitios que te harán eso. Pero si lo que buscas es mejorar de verdad y recuperar tu vida, vas a tener que trabajar.
A mi paciente le dije lo mismo: “Esto depende de ti. Yo te puedo guiar, pero el esfuerzo lo pones tú”. Y lo puso. Hoy, no solo está mejor que nunca, sino que también está enseñando a su entorno a cuidarse. Porque cuando te recuperas de verdad, entiendes el poder de tomar las riendas de tu salud.
¿Y tú? ¿Qué vas a hacer?
Te lo digo sin rodeos: estar bien depende de ti. Si no te mueves, si no te esfuerzas, tu cuerpo se va a convertir en una prisión de dolor y limitaciones. Si prefieres dejar que la vida te arrastre y esperar a que te rescaten con pastillas o máquinas, estás perdido.
Pero si, como este paciente de 86 años, decides que ya basta de excusas y quieres luchar por tu calidad de vida, entonces este es el momento. Mueve tu cuerpo, trabaja tu fuerza y tu elasticidad, y deja de esconderte detrás de la edad o el diagnóstico.
Aquí no hay milagros. Solo soluciones reales para gente que está dispuesta a actuar.
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