Artículo Reflexivo - "El dolor: la voz que nadie quiere escuchar"


Hay palabras que nacen cansadas, gastadas por el uso.

Y sin embargo, siguen cargando el peso entero de una vida.

Dolor es una de ellas.

Llevo años escuchando cómo suena en la consulta:
a veces como un susurro, otras como un grito,
pero siempre como una llamada que la mayoría intenta silenciar en vez de comprender.

Y, después de tanto tiempo observando, he llegado a una certeza:
el dolor no es un enemigo; es un mensajero al que tratamos como enemigo.

El dolor como grito del cuerpo

Para mí el dolor es esto:
la forma en la que el cuerpo, cansado de hablar a media voz,
decide encender un testigo, igual que un coche que pide auxilio antes de romperse.

Es un recordatorio, un aviso, una pregunta urgente.
Pero lo tratamos como si fuera un error del sistema.

Nos enseñaron a apagarlo sin escucharlo.
A callarlo sin entenderlo.
A combatirlo sin preguntarnos qué intenta proteger.

La distracción perfecta

Lo que más me sorprende y a veces me entristece, es ver cómo la mayoría de personas acuden a una consulta obsesionadas con quitarse el dolor,
como si ese fuera el objetivo.
Como si el cuerpo se hubiera equivocado al encender esa alarma.

Pastillas que silencian.
Camillas que adormecen.
Técnicas que alivian pero no despiertan.

Todo inmediato, todo rápido, todo para no sentir.
Como si la salud fuese apagar fuegos, y no entender de dónde llega el humo.

Hemos perdido el centro

Cada vez se habla más de tecnología, máquinas, protocolos, inflamación…
y menos del ser humano que sufre.
Hemos construido un sistema que busca atenuar síntomas en lugar de descifrar causas.

Y así, lo que debería ser un proceso terapéutico se convierte en una carrera para esquivar lo evidente:
que el origen del dolor sigue ahí, esperando a que alguien lo mire de frente.

Por eso los tratamientos fallan.
Porque se olvida al protagonista: el paciente y su historia corporal.

Preguntas que nadie hace

Antes de correr a desinflamar, mover o fortalecer, pregúntate:

— ¿Una lesión sin traumatismo solo necesita bajar la inflamación?
— ¿Una cadera bloqueada se libera simplemente moviéndola?
— ¿Sabes qué tejido gobierna realmente esa movilidad?
Si no conoces esa respuesta, no podrás devolverle su movimiento a nada.

Podría seguir con cincuenta preguntas más, o cien.
Todas igual de necesarias.
Todas igual de ignoradas.

Lo dramático no es que el paciente no lo sepa;
lo dramático es que muchos profesionales tampoco.

¿Es culpa suya?
No.
Ni del uno ni del otro.
La culpa es de un sistema que dejó de preguntarse por qué
y se conformó con un cómo que ya no sirve para entender nada.

Pacientes: una invitación a la conciencia

Si estás sufriendo dolor, siéntate un segundo contigo mismo y pregúntate:
¿Sé por qué me duele?

No respondas con inflamación.
La inflamación es solo la sombra;
la causa está detrás.

Profesionales: una llamada a la honestidad

Antes de tratar un dolor, pregúntate:
¿Sé realmente cómo funciona el cuerpo y qué mecanismos pueden llevarlo a generar dolor?

Si no entiendes la fisiología íntima,
serás técnico, pero no terapeuta.

Reflexionar para no repetir

La salud no avanza a base de máquinas ni de modas,
sino a base de preguntas verdaderas.

Si dejamos de cuestionar el origen del dolor,
seguiremos creando pacientes crónicos,
vidas suspendidas, cuerpos que sobreviven pero no viven.

Y lo más triste es que nunca fue necesario llegar hasta ahí.
Solo hacía falta escuchar.
Escuchar de verdad.

Porque el dolor no viene a destruirte:
viene, precisamente, a evitar que te destruyas.

Comentarios

Entradas populares