Aprende a distinguir que lesión padeces y el síntoma que padeces o ¡¡no te curarás nunca!!
En la búsqueda de alivio inmediato, es común que enfoquemos nuestros esfuerzos de tratamiento en los síntomas que experimentamos: el dolor, la inflamación u otras molestias que afectan nuestra calidad de vida. Sin embargo, es crucial comprender que estos síntomas son meros indicadores de un problema subyacente, no la raíz del asunto.
La distinción clave radica en comprender la diferencia entre el síntoma y la lesión que lo causa. El síntoma es la manifestación perceptible de malestar, mientras que la lesión es la fuente real del problema, a menudo más profunda y compleja de lo que el síntoma sugiere.
A continuación te dejo un pequeño vídeo explicativo que pueda ayudarte a comprender mejor la idea que te expongo en esta publicación.
En muchos casos, los tratamientos médicos y fisioterapéuticos se centran en aliviar los síntomas evidentes, como el dolor o la hinchazón, sin abordar la verdadera causa, que puede residir en una alteración biomecánica. Esta disfunción no necesariamente se limita al área específica donde se experimenta el malestar; puede estar relacionada con problemas de movilidad y estabilidad en regiones aparentemente no relacionadas.
Imagina esto como un dominó: un desequilibrio en la biomecánica en una parte del cuerpo puede desencadenar una serie de efectos en otras áreas, causando un impacto dominó en todo el sistema. Enfocarse únicamente en detener el síntoma, sin abordar la causa subyacente, puede llevar a una solución temporal y superficial.
Corregir la anomalía de funcionamiento implica dirigirse a la fuente del problema. Esto podría implicar examinar y tratar áreas anatómicas aparentemente no relacionadas para restablecer la funcionalidad biomecánica general del cuerpo. A menudo, una atención integral que busca restablecer la movilidad y estabilidad en diversas áreas puede ser fundamental para prevenir recaídas y reducir el riesgo de una sintomatología recurrente o más intensa en el futuro.
En resumen, es crucial no limitar el enfoque de tratamiento únicamente a los síntomas evidentes, sino buscar comprender la lesión subyacente que los causa. Abordar la disfunción biomecánica en diversas áreas del cuerpo puede ser la clave para no solo aliviar el malestar de manera duradera, sino también prevenir problemas futuros.
La próxima vez que nos encontremos con una molestia física, recordemos que la solución más efectiva podría ir más allá del alivio temporal de los síntomas, centrándose en la restauración del equilibrio y la funcionalidad general del cuerpo.
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